El pasado sábado, nos desplazamos hasta Raíces, cerca de Santiago, para celebrar con un estupendo almuerzo la inauguración de la nueva residencia campestre de los amiguetes Ana y Ray.
Con un día de perros, al fin fueron llegando los celebrantes a la mansión, donde Ray con su delantal ultimaba ante los fogones los exquisitos platos que luego devoramos con fruición.
De las manos de tan excelso chef fueron llegando a la mesa un surtido de impecables canapés, croquetas de setas, navajas a la reducción de Pedro Ximénez, chicharrones gratinados y de segundo una preparación de ternera, viandas con las que nos chupamos los dedos hasta los muñones.
Al término, una tarta almendrada de Caldas y la posterior procesión de cafés y licores, dedicados a cuyo consumo pasamos varias horas de animada sobremesa, mientras tras los ventanales un pertinaz diluvio acentuaba mas si cabe la calidez del coqueto salón.