TINTO DE BARRANTES (Y SABROSA CENA ANTES...)

Salvo por causa de fuerza mayor, nunca fallamos a la Festa do Tinto de Barrantes, y con ganas de juerga hasta allí nos fuimos. Como en estas fechas es casi imposible encontrar un hueco para cenar cómodamente en la villa, y si se encuentra es malamante apretujados, conocedores de este inconveniente nos curamos en salud y encargamos la cena en O Adro de Castrelo.

Acompañando las frescas jarras de buen vino que siempre nos sirven en el lugar, degustamos las variadas raciones de la casa, acabando un poco achispados, a juzgar por el sonoro concierto de carcajadas con que alteramos la paz del vecindario.

Una vez satisfechos los apetitos, nos encaminamos rumbo a Ribadumia, donde conseguimos milagrosamente una mesa en la terraza del Ché, para tomar unos gin-tonics (esta vez inusualmente mediocres debido a la falta de tiempo para su correcta preparación, pecado venial que disculpamos y remediamos con unos crujientes churros adquiridos en un puesto cercano). Seguidamente, fieles a la llamada musical de las excelentes orquestas que animaban el ferial, nos colocamos en primera fila para menear espasmódicamente el esqueleto y así digerir convenientemente alimentos y bebestibles.

Entre ritmos sincopados nos dieron las tantas, así que decidimos retirarnos a objeto de conservar las fuerzas para el día siguiente, que ya no esta uno en edad de hacer alardes, no nos vaya a dar un pallá.