jueves, 20 de noviembre de 2008

MOLUSCOS

Llega esta crónica ya con cuatro eventos de retraso, de modo que ahí van todos en fila india.

Había planeado sorprendernos el amigo Germán por su cumpleaños con unos espléndidos percebes, pero un baile de cifras con los tiempos de cocción dió al traste con el plato, dejándolos reblandecidos y fuera de punto. Menos mal que logramos convencerle de que no tirase el precioso género, y tras calmarle la rabieta nos encaminamos hacia Casa Ron con ánimo de ventilárnoslos estuvieran como estuvieran.

No era para tanto, estaban un poco recocidos pero mantenían intacto su mágico sabor, del que disfrutamos chupándonos los

dedos hasta la muñeca, y como era laborable, nos retiramos discretamente sin hacer mas ruido por esta vez (que no sirva de precedente).

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